La boda de Carmen y Javier fue un sublime testimonio de sencillez y elegancia.
Una ceremonia íntima y una celebración entre encinas y cielos abiertos.
Fue una boda donde el amor hablaba en susurros,
y las miradas, esas que dicen todo sin decir nada,
se entrelazaban como raíces bajo la tierra fértil.
La primavera lo envolvía todo:
flores, promesas y luz,
Gracias Carmen y Javier por dejarme narrar una parte tan bonita de vuestra historia.















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